La táctica oculta de Trump y su guerra de aranceles contra México

MÉXICO.- Mientras en México nos preparamos para pagar más por ciertos embutidos de cerdo, algunos quesos, uvas y arándanos provenientes de Estados Unidos, los europeos lamentan que su Whisky bourbon y sus pantalones Levi’s también saldrán más caros.

A esta lista se suman las industrias de la construcción, automotriz y de electrodomésticos. Al final, como siempre, los costos de producción y materia prima serán cargados al consumidor.

Todo se debe a las medidas de Donald Trump de imponer aranceles al acero y al aluminio que de acuerdo con analistas perfila una guerra comercial a gran escala como no se había visto desde la década de 1930 cuando la ley Smoot-Hawley elevó unilateralmente los aranceles a productos importados para contrarrestar los efectos de la Gran Depresión.

La medida ha desconcertado de tal modo que la revista The Economist, en un intento de explicar las decisiones del Presidente, resume a la perfección el razonamiento de Trump: huir hacia adelante.

En su artículo “Hay locura pero quizás también un método en las políticas comerciales de Trump”, la revista consigna: “Escondido en el embrollo también hay una lógica sombría. Trump, y al menos algunos de sus asesores comerciales, creen que cuando un movimiento comercial poco ortodoxo tiene consecuencias negativas, la solución no es repensarlo, sino seguirlo con otro”.

¿Cuál es esa “lógica sombría”? Las razones del presidente de Estados Unidos no se encuentran en una compleja mentalidad de negociador sino en los manuales y best seller sobre el tema.

Piensa grande

En su libro “The art of the deal” (El arte del trato), Trump cuenta cómo un día leyó en la revista Business Week acerca de los dispendios de los ejecutivos de la petrolera texana Diamond Shamrock. Vivían entre lujos y excesos e incluso poseían un avión Boeing 727 ultra equipado.

Tuvo “un presentimiento” y buscó a la compañía. Allí se enteró que el ejecutivo principal acababa de ser removido por lo que buscó al nuevo gerente y le ofreció comprar el lujoso avión que usaba su antecesor.

El precio en el mercado era de alrededor de 30 millones de dólares. Trump sabía que la petrolera estaba ansiosa por vender. Así que ofreció un precio ridículamente bajo: cinco millones dólares. La contrapropuesta que recibió fue de 10 millones de dólares y “en este punto”, cuenta Trump, “supe que tenía un gran trato”, y a pesar de ello reviró para pagar sólo ocho millones.

La estrategia de Trump es de manual: una negociación inicial llevada al extremo y fuera de proporción para después hacer “concesiones” que el oponente agradecerá al final sin darse cuenta de lo mucho que perdió.

“Si vas a pensar, hazlo en grande. La mayoría de la gente piensa en pequeño porque tiene miedo al éxito”.

¿A alguien se le ocurre algo más “grande” que una guerra comercial global con América, Asia y Europa?

(TOMADO DE LA RED)

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